Capítulo II: LO QUE VES NO SOY YO

Dejar huir el sueño de vivir y no cambiar

Y entonces había una mujer con un intelecto agudo como daga, y en donde estaba depositada toda su fuerza. Los minúsculos datos y los pequeños saberes sobre como conocer y hacer algunas cosas, extendidos como filamentos que en grupo tejieron cada una de las capas de un caparazón. Filamentos como cimientos de una muralla: Había una mujer cuya daga también era su escudo. 

Aunque era mucho lo que acumulaba, entre conocer, interpretar y comprender, nada de esto excedía el ancho de sus brazos abiertos. Y esta mujer pensaba y pensaba, porque, de qué otra manera se existe? De qué otra manera que no incluya defender lo acumulado se es? Grande era lo que acumulaba en su pensamiento, pero apagado tenía el pecho y todo aquello que ella decía defender seguía sin crecer.

“Defiendo lo que soy” se decía airadamente sin entender muy bien la naturaleza de lo que defendía. Porque lo que se posee, se acumula y se utiliza no es lo que se es. Ni la cosecha del intelecto y el talento, ni lo que se ama con algún fin, ni los átomos de cada célula de cada hebra de su cabello. 

Cuando Lo que ves no soy yo fue publicada en agosto de 2017 , alguien escribió alguna vez que le parecía que la canción hablaba de un amor en retirada (Leer acá reseña), y me pareció fascinante porque no fue ese el detonante que me impulsó a escribirla...o eso creía yo.


Lo que ves no soy yo hace alusión al cambio como única certeza, y a tres años de ser publicada (y a cuatro de haberla escrito), la revisito pensando que el amor que se retiraba con ella era más un apego a un estado anterior que por su rigidez no iba a poder ser más. Como una especie de nostalgia futura por perder mucho de lo que me había construído (lo que había venido acumulando y que no me definía más), que ahora se sentía como un muro muy grueso que dejaba un espacio muy estrecho para existir...y entonces pareció más interesante retirarse. 


Que no te mientan mis labios cuando ya no estén, mi yo lejana te mira queriéndote beber.

Veo sus manos vacías convenir, mientras soy yo la que gira, me ves ir…


Vivir el proceso exploratorio en el que todo muta, fluye y se transforma y aún así es. Lo que somos es mucho más de lo que “objetivamente” se ve. Abarca mucho más que los propios brazos, enciende el pecho y extiende lazos más allá de todo aquello que se pueda comprender. Bienvenido sea siempre el cambio pues en él se disuelve el límite.


Dejar huir el sueño de vivir y no cambiar

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