Capítulo III: QUÉDATE

Saber que donde está conectado el corazón pasa todo

Es muy curioso como en la cotidianidad estamos en constante contacto con lo que muere; la gente muere, las cosas se desgastan, se agotan...el hacer tiene mucho de deshacer en algún otro extremo en el que no estuvimos prestando atención. Preferimos los suaves cambios, las transiciones sin costuras, y el puente sin los baches, y nos decimos que eso es así porque “fluímos”, o porque percibir lo mucho que todo muere alrededor puede resultar abrumador. Toda transformación implica la muerte de un anterior estado...por más lenta y sin disrupciones que parezca.


El estado que debía morir era el de una persona  atrapada y enamorada de su intelecto (y no de otras partes de sí misma), que además trataba de amar a alguien más.


Pedirle a alguien que se quede es una cosa; hacerlo cuando sabes que de todas formas se va a ir es otra muy diferente. En principio, querer que alguien se quede es pedir que también una situación permanezca, aun cuando ya la vida habló y la muerte/transformación es inminente. Ese pedido tiene algo de miedo a afrontar una situación completamente distinta (saberse “solo”), y algo de duelo; saber que hay algo de uno que va a morir, y que hay que ir a enterrarlo.

Quédate es una canción que aparece cuando todo el proceso de muerte inminente de una relación ha sido hecho consciente, y aún así el pedido se manifiesta. 


...y siento mía la voz que grita, quédate”


Ya no como un pedido que pueda cambiar el resultado sobre el vínculo con el otro que en su libertad ya verá qué hacer, más si como el cambio en el vínculo con la naturaleza emocional de uno mismo. Poner sobre la mesa todas las cartas, sabiendo que a lo sumo hay unos pares y que no hay nada más que hacer. Morir al estado de quien todo lo racionaliza como aceptable, así vaya perdiendo todas las veces por no querer oír su intuición. Morir a la necesidad de estar siempre afuera, hiperestimulada por un deber ser o un vínculo, como forma de evadir la profundidad de la sombra que llevo dentro.


...que tu tobillo izquierdo se mueve lento

en cada espacio cada esquina de mi pensamiento

y yo lo siento, cabalga fuerte dentro de mi pecho



Para cerrar el relato: El personaje no se quedó y el vínculo se murió. Así como la necesidad de ocultar la naturaleza emocional e intuitiva de la mi propia sombra. Y nació el SABER que donde está conectado el corazón pasa todo* y hay hasta fortuna en el infortunio que es oro puro para quienes hacemos canciones.


“...toda tonta pretensión muere lento en un cajón,

soy como un aviador que en la altura se quedó


Pasa que a veces los cambios más drásticos no son solo los de las circunstancias; las circunstancias (que no son sino formas de muerte que hay que enfrentar) nos llevan a cambiar adentro; el cambio más poderoso es tal vez saberse ya consciente cada vez más de quien es uno, en lo fuerte y lo débil, en lo bello y lo inmundo...y ya tranquilizarse con el hecho de que cada tanto hay que cambiar de piel, y mandar todo lo anterior a la mierda sin contemplación si ya no deja espacio para crecer.



*Durante todo el proceso de producción no terminaba de sentirme del todo cómoda con la naturaleza emocional de la canción (el reflejo de autocensura) porque sentí que era demasiada exposición de una fragilidad que a veces siento un poco gratuita en otras formas de arte y otras canciones. Fue una canción que escribí de una sentada porque debía sacarme algo del pecho, y después de eso resultó en varias listas de Latinoamérica y España, y con una cantidad de reproducciones que en este momento me llena de gratitud.

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